14- Reflexiones de San Juan

Ya no estoy celebrando San Juan. Y por eso ahora puedo hacer las reflexiones que venían a mi mente al celebrarlo. Y esa es la primera reflexión, la de que pienso que primero tenemos que vivir de forma plena y extensa algo -cualquier cosa- para después poder contarlo, escribirlo, plasmarlo; en definitiva, convertirlo en otra cosa. Pero nunca antes de que llegue su momento adecuado, ese cuando sientes piensas y sabes -creo que habría que añadir un ingrediente más a aquella mezcla de dos- que todo ha madurado o macerado.

San Juan siempre me recuerda a los vivos y a los muertos. A la vida y a la muerte.
Es como el fin de año del año.
Jamás he celebrado el fin de año de la noche del 31 de Diciembre. Recuerdo una vez, hace mucho tiempo, me oculté en la casa vacía de una novia que tenía mientras ella se iba a casa de un familiar para la cena y las campanadas. Me dijo, con lágrimas en los ojos -ella me quiso mucho y muy bien- que si estaba seguro de querer pasar el fin de año solo allí, esperándola, y que si estaba seguro de que no quería ir con ella y su familia.
—¡No! — Seguro que no, tranquila. Ni por asomo, no gracias. Paso. De verdad, estoy perfectamente. —
Y es que cuando uno no comprende o siente algo desde su núcleo... no hay problema alguno. Es como si lloráramos porque se rompe una nube. La nube no entiende de familias, copas de vino o cava o lo que se beba en esa celebración, ni de abuelas o abuelos que presiden la mesa y hablan, de verdad, no tengo ni idea de lo que es todo eso. Y no me duele nada. Es como el que nace sin ver. Igual sí que le gustaría saber cómo es eso de los colores pero oye, que en su mundo no hay otra cosa, pues no sé si se puede anhelar lo que se desconoce que existe. Aunque bien mirado Jack acaba en la ciudad de la Navidad por culpa de ese sentimiento, de ese vacío dentro de algo que no sabe lo que es -¿Qué es? ¿Qué es?-

Cuando era pequeño mis petardos favoritos eran las ranas, helicópteros, tanques, avispas, o todo lo que fuera algo que pudiera imaginar que tiene vida propia o historia real antes de perder el movimiento y morir. Tenía infinita imaginación, bueno, y aún la tengo en realidad, no sé por qué lo he dicho en pasado. Ahora mis favoritos siguen siendo esos - ya sabéis que me dicen que sigo siendo como un niño- pero he añadido las fuentes y baterías de cohetes con fuente a esa lista de petardos favoritos. Pues porque los enciendes, te tumbas, y al menos yo, los veo hacer infinitas chispas de luz casi en cámara lenta y me viene entonces a la cabeza la canción ‘’Con vivos con muertos, con vivos con muertos’’ de Vetusta Morla.
O quizás ‘’Cuarteles de Invierno’’.

Pensaba esta vez en los muertos recientes del nuevo virus. Perdiéndose el San Juan. Sus cuerpos bajo tierra o hechos cenizas mientras sus familiares siguen viviendo. Unos desaparecen y otros siguen comiendo. Es así. De cruel, de verídico, de cruento, de real.
Puse música y comprendí más profundamente que nunca que la música nos aparta de la realidad. Con música puedes no temer a la muerte, puedes hacer una fiesta y comer animales muertos y ni siquiera darte cuenta de que al final lo que es, es una festividad nocturna caníbal de sangre y huesos.
Pero, los animales, pues igual que la nube e igual que el que no puede ver, incluso igual que yo con el fin de año: Nada. No parecen comprender nada. Y a la vez parecen comprenderlo todo.

Oigo voces bajo mi ventana, son de jóvenes paseadores nocturnos, y entonces me acuerdo de mi pueblo en Sevilla, Utrera. Me acuerdo de ser pequeño, compartir habitación o incluso cama con mi hermano mayor, morirme de calor, y escuchar por la ventana del balcón las voces de los mayores que ahora he mencionado como a ''los jóvenes''. Qué cosas. Uno escribe y se da cuenta de que ha crecido. Y es que esos jóvenes de ruidosas motos que siempre iban sin casco me parecían mayores. Pero me gustaba dormir pensando que la vida ahí fuera giraba, y que me esperaba, seguramente.



Un 23 de Junio, pero del 1912 nacía Alan Mathison Turing.
Siempre he pensado que las fechas no son demasiado importantes, si 12 o si 13 o si Marzo o si Abril, pero cuando pienso en que Galileo empezó a definir la Inercia y que el mismo año que él murió nació Isaac Newton para ‘’continuar’’ de alguna manera el trabajo de Galileo o Kepler que a su vez continuaba el de Tycho Brahe  -y paro ya porque llegaríamos hasta Aristarco de Samos- se me quitan las tonterías de no creer en algo.
Alan Mathison Turing, un nombre que los homosexuales y que los tira-fotos-guays-del-orgullo-para-Insta heterosexuales que celebran el día del orgullo haciendo el imbécil deberían conocer y propagar. El nombre de un hombre que ayudó sobremanera a poner fin a la segunda guerra mundial, o al menos a que se acortara generosamente. Ya que eso es lo que más me gusta de una guerra, no quien gane o quien pierda, si no que termine. En una guerra no hay malos ni buenos, ganadores ni vencidos, y si no preguntádselo a los padres que entierran a sus hijos, sean del bando que sean.
Alan Mathison Turing fue una de esas mentes matemáticas privilegiadas, como Ramanujan, pero de este hablaremos otro día.
Después de vencer en la segunda guerra mundial contra los nazis desmontando Enigma, la máquina de inteligencia secreta alemana, fue perseguido y tratado químicamente, por ser homosexual, hasta que se suicidó. Era británico. Otro poeta en Reading, como el esteta, el fabuloso y verdadero homosexual con pluma, Oscar Wilde. Solo que Turing no sabía de poemas que no tuvieran números, símbolos y códigos. Gracias en parte a sus aportaciones hoy día tenemos ordenadores y computación. Alan Mathison Turing. Espero que las palmeras de colores en el cielo de San Juan te gusten y que no te recuerden a la horrible guerra que hiciste terminar tan pronto. Gracias.



Hay una persona cercana a mí a la que no veo hace meses que parece no temer a la muerte. E igual que los animales, parece que ni la comprenda, o que la comprenda tanto que simplemente se acerque a ella con absoluta normalidad, como se acercan los astronautas a su cohete, o los policías a sus perseguidos. Y es que al final todos intentamos edulcorar nuestra vida con música, apartar el concepto del fin y vivir cada día como si fuera un principio de  algo que continua el ayer y que tiene que llegar más o menos bien a mañana, según la edad.

En este canibalismo, en estas celebraciones, en este San Juan confinados o desconfinados, con brote o rebrote, vencidos o ganadores, verdad o mentira, ya no lo sé.
Quizás ya me esté dejando de importar.





Jamás hay que dejar apagar el fuego de tu alma,
sino avivarlo.
Vincent Van Gogh - Pintor neerlandés s.XIX

Comentarios

Entradas populares de este blog

15- Albert Einstein

12- Soy quien quiero ser