12- Soy quien quiero ser

 

Soy quien quiero ser. Porque quien quiero ser es en quien me convierto.

Por eso la pregunta que habría que hacerse cada día es ¿Quién quiero ser? Y de eso se trata. Es el buen ojo de cada uno el responsable del ''a dónde'' llegamos. Te pase lo que te pase. Quiero decir, uno no cambia de un día para otro, no son solo las vivencias, aunque estas sean cruciales, por supuesto que no. Por eso a veces cuando hablo con personas y me cuentan de sus problemas con otras personas, cuando son problemas internos, de esos de cambio lento, pienso: ''Estáis condenados''. Y como soy de no callarme nada, suelo expresarlo diciendo algo así como ‘’Seguramente lo hará mejor a la próxima’’ ''Mejorará, pero con mucho tiempo''. Porque así es como lo creo, creo que este tipo de cambios grandes e internos funcionan y pueden probarse con la siguiente prueba, pero no con la actual. Los moldes de lo actual se quedan grabados, para eso son moldes. A veces es mejor crear otros que arreglar los existentes. A veces, que no siempre.
En esta ciudad, o en muchas ciudades, vamos, en la sociedad humana en general te suelen decir y casi imponer a veces lo que debes hacer. También lo que tienes que pensar o sentir, a diario y sin descanso. 
Existe un efecto manada que, como un banco colosal de peces, todos los individuos que lo forman siguen un instinto lateral, una linea electromagnética invisible que gira como un único cuerpo y aplica a los demás. Sin comunicación visible, sin amor, sin a veces parece que ni un propósito común. Puede llegar a ser distópico seguir por esta linea de pensamiento, pero no quiero hablar del futuro en el presente que nos aborda, sería muy aventurado y prefiero dejarlo para mis charlas de sobremesa con amigos que les apetezca ponerse profundos, si los hay, algún día quizás.
Te dicen ''Tienes que ganar un sueldo''. ¿Para qué? No ansío ganar un sueldo. Todavía no he encontrado en esta vida lugar alguno donde esté escrito que al nacer debemos ganar un sueldo. Ni el agua, ni una sola roca, ni el viento me lo han dicho jamás. Llegamos a esta vida extraña y en ningún momento de ella nos leen ni una sola regla oficial de la misma antes de comenzar a vivirla conscientemente. Ni siquiera sabemos qué es, qué hay detrás, o qué hay delante. Es un gran misterio. Ningún hombre lo ha sabido jamás, aunque algunos hayan escrito explicaciones en distintos libros, y otros los hayan creído ciegamente. Tan solo son mitos y leyendas. Son todo invenciones. La única regla de esta vida es intentar permanecer libre y feliz.
''Es que tienes que pagar las cosas’’. ¿Qué cosas? ¿Un piso cuadrado y cerrado en la gran ciudad? ¿Agua que sale de un grifo? ¿Una bombilla que da luz? Parece como si a muchas personas les metieran de pequeño cositas en la cabeza y ya no supieran vivir de otra manera, ni decir otra cosa. Un mito Platónico de la caverna y de un sol y un mar ficticios. Como los búfalos podrían ser un río, una autopista, un mar de personas afanadas y con alto estrés... Creo que muchos ''llamados'' a la naturaleza hemos tenido siempre bloqueada esa convicción de hacer lo que toca hacer, porque vemos que algo no está funcionando correctamente y nos impide obedecer. Menos mal, de esa desobediencia interna. A veces me siento igual que me sentía a los 15 o a los 22 años. ''Tienes que crecer''. Como si no creciera cada vez que cierro los ojos y siento la brisa mientras pienso y sigo conectando todo lo que he aprendido en experiencias y en lecturas. Hilando e hilando. Como si no creciera cuando agarro las pequeñas manos de un bebé y le digo ''Hola pequeño, estoy aquí para ayudarte, bienvenido a la vida y a su gran misterio.'' Como si no creciera cada vez que suelto de mis manos las maletas y las dejo caer al suelo, miro hacia delante y comienzo un camino largo y solitario sabiendo que sin lastre será más fácil de atravesar, y que total, ya llenaré maletas nuevas cuando llegue el momento. <<La vida se trata de eso >> me doy cuenta cada vez que me traslado. <<No se trata de llegar con grandes maletas, si no de llenarlas una vez que llegues>>.


A veces me pregunto por qué tanta gente no hace lo que realmente le gustaría hacer, por qué tantas personas reprimen sus instintos más primarios, más humanos y animales, y se enfundan en sus ropas de 'ser normal' y se van a hacer lo que se supone que tienen que hacer, pensando lo que les sugieren que piensen y sintiendo lo que creen que deben sentir. El sentir no se cree que se tiene que, se siente, nada más. Trabajar, pensar bien o mal de un tema actual, y sentir de más a menos un amor por una pareja junto a la que pagar el alquiler del piso cuadrado. Eso es todo. Y no hablo de un poder mayor, ni de una conspiración enterrada en lo más profundo de la sociedad al estilo ''They Live'' de John Carpenter. Hablo del efecto banco de peces, de la poca fuerza, consideración y voz o voto del individuo. Y en cuanto te apartas del banco, alguien tardará poco en reprimirte o hacértelo repensar. Porque no comprenden la libertad, igual que el conquistador no comprendía al indígena, ni el pagano al cristiano.
No somos lo mismo, de verdad, para nada somos lo mismo. Hay kilómetros de distancia entre esos peces y yo. Y aunque aquí hay soledad, también hay belleza.
''No puedes vivir del aire''. Llevo 31 años viviendo del aire que respiro. El mismo aire que me oxida y me condena a muerte a cada segundo que pasa, a cada bocanada de aire que le doy a mis pulmones al vivir. Y justo ahí quiero llegar -y vive dios que llegaremos-, a la mortalidad. Esos peces parecen no pensar en su mortalidad. En cualquier momento la gran red puede sumergirse, atraparnos y... adiós a respirar, adiós a comer, adiós a reproducirse, adiós a la familia, adiós a todo. Adiós. Y a nadie parece importar, pues tan solo continuan nadando en el gran banco con cierta indiferencia, como si no fuéramos a morir pronto todos. Siempre es demasiado pronto. La mortalidad para mí es mucho más que eso. La mortalidad es el constante recuerdo de que estamos vivos y de que debemos vivir. Vivir por los que no están y querrían, vivir por los que llegarán y saludaremos. Y vivir es ser libre, y vivir es ser feliz, pues sin libertad ni felicidad no hay vida.
Creo que la sociedad moderna nos ha traído mucha desgracia. No creo que sea bueno vivir de forma tan desarraigada de la naturaleza. Creo que hay un gran espíritu, un gran dios o una gran vida velando por todos nosotros, y que cada día nos alejamos más de poder escuchar, de poder comprender. Los pies en la tierra son importantes, y hay demasiado plástico y petróleo entre nosotros y ese algo mágico. Quizás los mitos y leyendas ancestrales no estén demasiado alejados de las respuestas al gran misterio al fin y al cabo. Quizás es mejor creer que no creer. Y ese algo está en todo; está en las matemáticas, está en el amor puro y real, está en las novelas y esta en los pasos que damos cada día. Allá donde vayamos llevamos un trozo de la magia dentro de nosotros, porque de lo creado queda algo de creador. En todos nosotros está el gran misterio. Pero todo ello, y por todo ello, debe ser practicado con libertad, porque si no no es verdadero, no es real, no está vivo, y no podemos hablar con nada estando muertos. Deberíamos dejar de no hacer lo que querríamos hacer si estuviéramos muertos mañana, porque eso nos convierte en muertos hoy. Y no dejo de ver cómo sucede, y la vida se vuelve entonces un cementerio. Y entiendo -de verdad comprendo- que sea complicado, con tantos peces, con tantos charlatanes. Con tanta euforia, con tanto estrés. Con tantas metas, con tantas luces. Con tantas voces, con tanta presión. Pero leer os hará libres, de eso estoy seguro. El camino no es fácil, pero sí exquisito. Y según como lo mires, realmente perfecto.
Desde muy pequeño tuve el problema accidentado y triste de perderme, perderme gravemente. Eso hizo que me tuviera que rehacer, día tras día, año tras año, de forma distinta cada vez. Reencontrarme una y otra vez. Asimilar que mi lugar es ''el no lugar'', y que estar perdido es mi forma de sentirme encontrado. Cambiar, mejorar, evolucionar, equivocarme y corregirme, probar otra piel, es algo tan habitual y normal para mí como respirar, tan natural como morirme. Y creo que es importante que lo diga en voz alta, me hace sentir muy vivo:
Debemos preguntarnos quién queremos ser.
Para poder serlo algún día.





''¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, sólo entonces, las personas se darán cuenta de que el dinero no se puede comer.''
Toro Sentado - Jefe de la Tribu Sioux

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