10- En mi interior






No sé ni por donde empezar. Pero va a ser ancho y largo.


Me gustaría que hagas click y la dejes sonar mientras lees el post.


Mira, empezaré diciendo que estoy más que harto de las limitaciones de Instagram. Me gustaría que alguien me conteste a la pregunta de ¿por qué hay límite de caracteres a las publicaciones de Instagram? Es decir, entiendo que es una red social en la que solo importan las fotos, ¿pero por ello hay que acotar las palabras? Me indigna, y me insulta. Todo es superfluo, todo es superficial, todo es efímero.

Los sentimientos que tuve hace una semana son solo una publicación histórica que, muy pocas personas que descubran mi perfil bajarán a indagar y encontrarán, y mucho menos van a considerar. Solo se busca lo nuevo, lo rápido, lo efímero. Fíjate cuántos pseudo-escritores encuentras por la red ahora. Cuántos se han dado cuenta de que para ser escritor, solo hay que ponerle a una imagen épica una frase contundente, algo así como ‘’Sé el incendio de los fuegos’’ o ‘’Si tú eres agua yo seré tormenta’’, cualquier mierda es válida. Y sí, por supuesto que hay poesía en una frase corta, pero el mérito es sustraerla de tus muchos pensamientos, de tus muchas palabras, de tus muchos borradores, ensayos, aciertos y errores. Nadie crea una joya sin picar antes una mina, todos podemos leer las agujas de un reloj pero solo el relojero sabe cómo funcionan por dentro los engranajes que las hacen girar. Pero ahora resulta que todo el mundo es relojero, y se saltan a la torera los años de oficio y experiencia, sobretodo lo insaltable, el alma de relojero.
Ahora todo es baladí. Todo es fácil. Todo es efímero.

Sí, no es nada nuevo, pero a veces antes de un cambio debe haber mil quejas, si no, imagínate, seríamos veletas dando vueltas como locas al primer viento de cambio.

A veces me acuerdo de cuando era pequeño y miraba muchísimo; miraba el cielo, miraba los árboles, miraba a las personas, sus gestos, miraba a los pájaros, a las palomas…, ahora me doy cuenta de que me paso gran parte del día mirando el móvil. Por supuesto una parte animal, espiritual y salvaje de mí sigue latente, e incluso dominando al estúpido humano que cae en las distracciones humanas, pero sigue siendo siempre poco cuando se trata del oxígeno que nos entra en los pulmones, ¿pues quién quiere respirar solo a medias pudiendo sentir el frescor de un árbol invadiéndonos lentamente por dentro?

Me he perdido, mucho, muchísimo.

A veces pienso, pienso a veces que debería haber nacido en un rancho rodeado de animales. Haber sustituido farolas por luciérnagas, personas por reses, comercios por llanura y pasto. O quizás podría haber nacido comanche y ser parte del todo sin necesidad de vídeos espirituales, reikis, pseudo terapias ni oradores indoeuropeos con agujas, piedras, homeopatías o tantas otras estupideces que nos llegan a la ciudad en forma de eco necesario para el humano de aquí, ese cuerpo vacío y robótico, ese al que le llama su espíritu real, ese que digo que por suerte sigue dominando en mí, sin dejarse vencer por el otro.

Creo que soy dos personas. O que no soy nadie. O que soy muchos.




Hace años, leyendo no recuerdo qué libro -pues ayer noche pensando me di cuenta de que leo tantos libros que muchas veces ya no logro recordar en cuál he obtenido tal o cual información- leí que los humanos solemos tener en macetas plantas en casa porque necesitamos en nuestro fuero interno rodearnos de naturaleza, ver verde. Ahora mismo lo recuerdo, fue el libro de César Millán ‘’El encantador de perros’’, un hombre fuertemente conectado con la naturaleza, alguien que la comprende con el corazón de forma innata. La cosa es que ahí es donde voy, a eso de que en nuestro interior estamos ligados a la naturaleza, ya que por más que asfaltemos los suelos, por más que nos iluminemos con farolas, por más que utilicemos ascensores o que utilicemos herramientas de plástico y otros químicos complejos a diario, nuestros abuelos, sus abuelos, y los abuelos de ellos pisaron la tierra, miraron a las estrellas de noche, comieron y vivieron de forma bastante natural -aunque con los privilegios y tormentos de ser un ser humano- de forma ligada a la naturaleza, y solo porque haya habido una gran explosión industrial hace pocos días, no podemos olvidar todo eso, no podemos evitarlo, ni podemos sacarlo de nosotros y extirparlo, ni tampoco obviarlo. Es lo que somos, es el nada nuestro, es el muchos nosotros.

Es inherente a nuestro espíritu.

A mí me llama, late en mí esa voz ancestral, me susurra al oído constantemente, y quizás porque la escucho, quizás porque le hago caso es porque me decís eso de que soy como soy; de especial, de natural, honesto, directo, transparente, espontáneo, salvaje, etcétera.

La naturaleza no es solamente ir a caminar con una mochila por el bosque. La naturaleza es sentirse uno con la vida, es mirar al sol, contemplar las nubes moverse arrastradas por el viento, seguir a los pájaros, observar a dónde van, a todos los animales, descubrir qué es lo que hacen. Es dejar el reloj colgado en la cama, es no ver, escuchar ni hablar con nadie que no tengas justo delante. Es sentirse uno con la vida, comprender que todo está ligado y que esa misma cuerda nos rodea la cintura y nos une el espíritu unos con otros.
Y leer durante horas en silencio, porque en esta gran ciudad en la que vivo, el único océano inmenso en el que me puedo sumergir, donde puedo ser verdaderamente libre y feliz, es entre páginas de libros. Allí encuentro los pastos, los amaneceres, los barcos y las mareas, los mejores amantes, las tristes ausencias, las batallas, los planetas, la fraternidad y la lealtad, el amor eterno pase lo que pase, la victoria tras la derrota, la insistencia, la firmeza, la sabiduría y el sosiego de una voz, cada vez distinta, que me escucha hablando como un sabio maestro. Y ya no sé si el que habla es él o si soy yo, pero comprendo que podemos ser ambos.

Igual comprendéis mejor, poco a poco, por que en mis canciones se encuentran siempre por doquier golondrinas, lluvia, tierra mojada, cascadas, espíritus, mareas, nieve o rayos de sol.

Porque es lo que veo y escucho, porque es lo que siento.
Donde nunca me siento solo.
En mi interior.






Pero todo fue como si durante mucho tiempo hubiera llevado consigo un hermoso y misterioso virus del despertar que ahora, de pronto, hubiese surgido en un primer plano de su vida.
<<<Cada día empieza como un milagro>>>, pensó de pronto.
Baila con lobos. Michael Blake.






Comentarios

  1. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  2. Sin palabras.... Sigo leyendo el siguiente, la verdad que me da pena que se me acaben

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    1. Muchísimas gracias Ana... por leer y compartir opinión... un abrazo!!! ❤️🌾

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