3- Nombres



¡Bienvenidos de nuevo a ''Vitruvio en 2020''!

En este tercer post de mi Blog, tercero y último en esta etapa de introducción al mismo, voy a hablaros del origen de los nombres que aquí encontraréis, tanto el de autor como el del propio blog.

Pienso que el origen de los nombres explica realmente el origen de los motivos que nos impulsan a cogerlos, estudiarlos, leerlos, comerlos, o ''introduzca aquí el verbo necesario que se realice con cada nombre'' (y su origen).




Vitruvio en 2020

¡Estoy encantado de empezar este post explicándoos el nombre del mismo blog que lo hospeda!

Como sabréis si habéis leído el post inmediatamente anterior a este ''2- El Hombre''  soy una persona a la que le gusta mucho estudiar, leer y aprender.
También poseo la suerte de tener -sin estudios cursados, que yo sepa- algunas aptitudes artísticas, tales como la habilidad para hacer sonar múltiples instrumentos musicales, facilidad para componer canciones, escribir poesía, crear contenido audiovisual como videoclips, videoarte, cortometrajes, etcétera.



¡Esta fue la primera idea que convertí en audiovisual junto a los compañeros
que conformamos la productora Vilano Productions!

Si a esto le añades que siento un amor y apasionamiento inmenso por la antigüedad, como los teatros de Molière o Calderón de la barca, las pinturas renacentistas o románticas, la historia antigua, muy antigua y moderna también, las anécdotas de los mayores conflictos bélicos de la humanidad, la música antigua (Doo-Wop, Celta, Medieval...) y un larguísmo etcétera que por cierto, iremos tratando tema por tema en este Blog, con estos tres factores entonces -venía diciendo- tienes el cóctel al que una muy buena amiga -entre otros afirmadores, pero principalmente ella- ha dado el nombre de ''El hombre del renacimiento''.
Y así, refiriéndose a mi persona por ese cóctel mencionado, al estilo Leonardo Da Vinci, -salvando las distancias y comparaciones- que te pintaba un cuadro, te levantaba un edificio o te fabricaba un artefacto volador, según le amanecía el día. Pues sí, qué honor de mote en tono de chanza me has regalado, Ursula Kaufmann.

El hombre del renacimiento. Una bella forma de describir a alguien que le gusta y apasiona casi todo, alguien que afirma que puede disfrutar cualquier charla o formación, sea cual sea el tema. Ya sea una charla sobre formatos y tipografía de textos en prensa o periódicos, como una conferencia sobre microbiología, o una reunión de artistas bohemios que leen su poesía delante de un micrófono en un bar de mala muerte. Lo disfruto, aprendo, palpito. Aunque también sé encontrar el tedio y el vacío, no es que me guste todo, también soy muy crítico, conste en acta señoría.

Y me parece acertado eso de “El hombre del renacimiento”, porque es un nombre que reúne, a mi parecer, el arte, las ciencias, la historia, las lenguas, la pasión por el conocimiento, algo que como siempre digo, imagino que en aquella época, una época dejémosla reposar en ''antigua'', debía ser algo casi inconcebible a día de hoy.
Pues pienso que quizás hoy en día no valoramos la cantidad de libros que habitan en las bibliotecas ni la colosal e infinita Wikipedia que tenemos en la red, por el simple hecho de que sabemos que ''están ahí'' y que ''ahí seguirán''. Como un subcerebro fuera de nuestro cerebro que no necesitamos depositar en nuestro cerebro. O quizás esto solo son excusas inexcusables. Sigo.

Sea como fuere, la obra, la imagen de ''El hombre de Vitruvio'' de Leonardo Da Vinci, desde que la vi por primera vez se me quedó grabada como una ilustración que expresa orden, sabiduría, simetría, belleza o perfección, como el mismo arte, como la propia ciencia, y creo que es muy adecuado para definir o resumir todo el camino que, en este Blog, post tras post, voy a ir añadiendo al recorrido. Será un recorrido de ciencia y de arte, de curiosidades e historia que deseo agarrar de cada rincón de onda de radio o página de papel -o lumínica si viene de la red- que pueda encontrar, creer interesante y traer aquí para compartir con vosotros.

Concluyendo, a veces este ''hombre del renacimiento'' se siente un poco desfasado o descolocado en pleno 2020, donde no es común que alguien joven y extrovertido -porque todo sea dicho, sigo siendo un bicho no tan carca como podáis pensar- tenga estos gustos ''de viejo'' o de señor mayor como me dicen a veces también algunos amigos, entre risas y buen rollo, por supuesto.
Entonces, como “El hombre de Vitruvio” de Da Vinci es para mí el mejor sinónimo simbólico del “hombre del renacimiento” ... creo que huelgan más explicaciones.

Y de ahí la extrapolación, de ahí ''Vitruvio en 2020''.


Espero haberme explicado bien.





Ahora os explicaré el origen del nombre de autor que utilizo en este Blog, nombre que también utilizo como pseudónimo artístico, de escritor, como nombre musical y de banda, etcétera:



Mendi A.V.


Algunas veces, me sucede que alguien me pregunta:
-¿Qué significa el A.V. de Mendi A.V.? -

Tampoco faltan los que me preguntan si ''Mendi'' es mi nombre, o mi apellido, o que les explique que de dónde demonios sale eso y que qué significa.

Tenía 21 años, y llevaba muchos de esos 21 años gastados en el lado oscuro de la calle. Si leéis el post inmediatamente anterior a este, os colocaréis mejor en órbita.

Como sabéis entonces, tras un punto de “sí retorno” pero “vigila porque queda poco para el no retorno”, decidí volver, retornar. Decidí cambiar antes de que fuera tarde.

Escucharme, cultivarme, aprender, mejorar.

Un inciso, seguramente hablaré más extensamente de ello en otro momento, pero debo decir que odio aquellos que me han dicho alguna vez de forma peyorativa la famosa frase: “Has cambiado”.

Cambiar -a mejor, por supuesto, en mi caso al menos- no es malo. No hay mejoría sin cambio. Así que sí, he cambiado, y menos mal que lo hice, que lo hago, y que lo seguiré haciendo.

Por dónde iba... ¡ah sí! Cuando tenía algo más de 21 años, leí un libro que muchos seguro conocéis y habéis leído, que se titula “Viaje al centro de la tierra”, de -por supuesto- Julio Verne. Un libro que abrió en mí ciertas puertas que permanecían cerradas, puertas que dieron paso a la luz, puertas que escondían aventuras, de ganas de descubrir el mundo, de ver más, de saber más, de comprender, de explorar todo lo que me rodea y que se aleja de mi casa, calle o ciudad.



Podría decir, que si un cambio es una gran explosión, y esa gran explosión se divide en muchas subexplosiones, una de las más importantes subexplosiones para crear esa gran explosión, fue este libro de aventuras que me marcó tanto el espíritu.



En el comienzo de la aventura de este libro, los protagonistas -un minerólogo llamado Lidenbrock y su sobrino y ayudante Axel- encuentran un escrito en rúnico, el cual tras descifrarlo y traducirlo al latín pueden leer en él la manera de llegar al centro de la tierra. La frase final del escrito traducido al latín, y tras las explicaciones de cómo llegar al volcán Islandés para iniciar la aventura, dice: “Descende, audax viator, et terrestre centrum attinges”, que significa: “Desciende, audaz viajero, y hallarás el centro de la tierra”.
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En honor a Julio Verne y a este largo y maravilloso descenso por la cueva del conocimiento y la sabiduría, del arte y de las ciencias, en honor a su pluma, a su novela de aventuras, al regalo realizado con su imaginación, a la ciencia y a la ciencia ficción en forma de letras, aventuras y nuevos mundos en sus páginas, mi pseudónimo es Mendi A.V. (Audax Viator)



''Mendi'', por otra parte, no tiene tanta anécdota en su origen. Es una palabra vasca, y significa monte o montaña (a ver si algún vasco me saca de dudas, porque cada uno me dice una cosa diferente) y viene de mi apellido, que es un poco más largo que ''Mendi''.

Todo comenzó cuando era bastante pequeño, en el colegio de primaria, donde los compañeros de clase empezaron a llamarme ''Mendi'', acortando así mi apellido. Y yo la verdad es que acabé adoptándolo, y me presentaba a los demás con ese mote o apodo también.

Debo decir que estos últimos años, en muchos nuevos ámbitos (universidad, cursos, proyectos audiovisuales de la productora o contactos nuevos en general) me he presentado como David, supongo que por querer alejarme de lo que representa el mote en mi vida, sobretodo en mi juventud, alejarme de ese apodo que me anclaba de alguna manera a un 'yo' distinto al nuevo 'yo'... pero, resulta que cuando me tocó buscar un nombre para aunar los proyectos artísticos (nombre de autor, de intérprete o músico) volví a agarrar a ese demonio del pasado y sacarlo a relucir, ya que sin él, no sería el 'yo' que soy ahora. Lo volví a valorar, me pidió perdón y lo acepté, y ahí se quedó, eso sí, junto al A.V., para que haga de contrapeso y lo equilibre.

Así pues, parece que este cariñoso -aunque en su día sembró tormentas- apodo, ''Mendi'', no piensa desaparecer de mi vida.
Y me parece bien, ya que, aunque en algunos momentos haya odiado, temido o amado ese apodo, al final, es parte de mí y supongo que así debe ser.

Que así sea pues.


Hablamos pronto, y en el siguiente post... ¡Comenzamos a tratar temáticas interesantes, que nos enseñen, motiven, creen curiosidad, sentimientos o sabiduría! ¡Se acabaron las presentaciones e introducciones!
¡Gracias a todos los que estáis leyéndome y me animáis diciéndome que esperáis que esto comience!
De verdad, de corazón gracias.
¡Bien! ¡Vamos!
Mendi A.V.

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